Cuando la Tierra ruge

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¿Por qué estudiar los riesgos naturales en el colegio?


La explosión demográfica y la colonización de nuevos espacios –particularmente en el lecho mayor de los ríos y cerca de las costas– han aumentado considerablemente la exposición de las poblaciones a los peligros naturales. Además, la desertificación de los campos y la proliferación de las metrópolis por el urbanismo, a menudo mal controlado, han acrecentado la vulnerabilidad de nuestras sociedades frente a las catástrofes. Algunos acontecimientos recientes, que han tenido un fuerte impacto, tanto en lo humano como en lo financiero, han marcado profundamente los espíritus. Citemos, a título de ejemplos: el tsunami de Asia en 2004; el sismo en Haití, en 2010; la tempestad Xynthia, en el litoral francés, en 2010; el sismo de Chile, en 2010; el tsunami de Japón, en 2011.
En la mayor parte de los casos, el número de víctimas podría haber disminuido considerablemente si las poblaciones hubiesen sido convenientemente informadas, responsabilizadas y preparadas. Esta es la razón por la cual el plan de acción adoptado en 2005 por las Naciones Unidas, con el fin de reducir los riesgos ante catástrofes naturales, concede un importante lugar a las acciones de sensibilización y educación.

Educación para el desarrollo sustentable y educación en riesgos

La educación en riesgos consiste en enseñar a los niños a vivir con los riesgos de la manera más responsable posible; y en trasmitirles una cultura del riesgo y una comprensión de los peligros y de lo que está en juego, con el fin de que puedan adoptar un comportamiento adecuado a esas circunstancias. Aunque forme parte de la Educación en Desarrollo Sustentable (EDS), la educación en riesgos se encuentra aún poco difundida en el medio escolar, sin duda por falta de recursos pedagógicos o de formación del profesorado en este tema. Los proyectos educacionales existentes pueden ser categorizados según dos aproximaciones, en general opuestas:

  • La primera aproximación está orientada hacia la acción. Consiste en realizar juego de roles o de simulaciones (semejantes a los ejercicios de alerta de incendios), de manera que los niños desarrollen automatismos y sepan comportarse en forma adecuada frente a una situación cercana a la que ha sido simulada. Esta aproximación se focaliza naturalmente en los riesgos locales presentes, que conciernen directamente al niño en la escuela (¿para qué estudiar el riesgo volcánico, cuando la escuela está sometida al riesgo de inundación o a deslizamientos de terrenos? O viceversa).
  • La segunda aproximación está orientada hacia la compresión. Consiste en realizar actividades de carácter científico. Se proporciona a los niños un amplio conocimiento del riesgo y una comprensión de los fenómenos en juego, de modo que puedan determinar por sí mismos cuáles son las conductas a adoptar. Esta aproximación se focaliza generalmente en los riesgos que tienen la ventaja de prestarse mejor para este tipo de investigación (es más fácil modelar, en la escuela primaria, la formación de un volcán que la propagación de un incendio y, además, el tema de los volcanes está en el programa y no el de incendio forestal), aunque no se trate siempre de riesgos realmente presentes en el entorno de los niños.
  • Notamos que, aunque exóticos, algunos riesgos están en el imaginario de los niños por su permanente aparición en los medios de comunicación. Esto último, al focalizarse en la emoción, puede fácilmente llegar a ser angustiante si carece de un esfuerzo de comprensión. La escuela tiene, pues, un rol que jugar también en este caso.

El enfoque adoptado por los autores de esta obra, que es innovadora en este sentido, no opone estas dos aproximaciones. Al contrario, propone un proyecto pedagógico coherente, que asocia lo local y lo global, y que se centra tanto en el conocimiento como en la experiencia vivida.

Así, las tres primeras secuencias proponen estudiar los volcanes, los sismos y los tsunamis, respectivamente, según una aproximación principalmente científica (pero que no ignora la prevención), mientras que la cuarta secuencia ofrece un esquema metodológico destinado a facilitar el estudio del riesgo local, su percepción por la población y los medios para protegerse.

La escuela primaria y la municipalidad codo a codo

Un proyecto como este, es por esencia multidisciplinario. Moviliza conocimientos y competencias resultantes de las ciencias en general, de la geografía y matemáticas en particular y de la instrucción cívica; pero también de las nuevas tecnologías, del aprendizaje del idioma, entre otros. Saca provecho, por tanto, de la polivalencia del maestro y de los programas de la escuela primaria, fomentando esta aproximación transversal.
Otra razón por la cual la escuela primaria ofrece un contexto particularmente favorable a este proyecto es la proximidad que debe existir entre ella y la municipalidad en el tema de prevención de riesgos. En efecto, es la municipalidad la que tiene la responsabilidad legal de informar a sus habitantes de los riesgos presentes en la comuna y es también ella quien está a cargo de las escuelas primarias. Profesores y municipalidad debiesen trabajar codo a codo para responder, cada cual, a sus obligaciones legales y a sus objetivos pedagógicos. Esta aproximación, que puede parecer natural, no lo es tanto en la práctica, y es aplicada solamente en muy raras ocasiones. Uno de los objetivos del proyecto Cuando la Tierra ruge es, precisamente, ofrecer a las escuelas y a las municipalidades una herramienta común y una metodología que les permita trabajar colaborativamente en la prevención de los riesgos
naturales.